martes, 27 de marzo de 2012

Pájaros en la cabeza

Nacho no era feliz. Pero lo parecía.

Un día hizo recuento de las miserias esparcidas por los cajones, armarios, entre páginas de libros, etc. y descubrió que sólo guardaba momentos felices. Que los tristes no tenían forma ni color ni olor. Que solo estaban en su cabeza. Y que de haberlos materializado necesitaría un almacén industrial. Menos mal.

También se dio cuenta que todos formaban parte del pasado. Que el presente era tranquilo como las aguas de un estanque. Un estanque.

Pero ¿y feliz?

Pero lo parecía. Estanque.

Metió en una maleta las miserias (le fue fácil, ya las tenía inventariadas y ordenadas), y se marchó.

Sabía que dejaba gente atrás, y que estaba clavando puñales mortales. Y aún así.

Al día siguiente recibió una llamada.

Había sido citado a juicio por asesinar a puñaladas a otra persona. Lo sabía, tarde o temprano tenía que llegar la llamada. Nunca juzgaba y no le gustaba que lo juzgaran, pero era consciente de que apuñalar es lo suficientemente grave como para asumir su parte de culpa.

Pasaron los días y se presentó ante el juez.

- No entiendo porqué, Nacho.
- No era feliz.
- No lo parecía.
- Tampoco era infeliz.
- Has matado, ¿eres consciente?
- Sí, soy y fui consciente. Pero tenía que elegir entre vivir mi vida o la de otra persona. No me quedó otra opción. Siento el dolor causado. También creo en la reencarnación. Se lo puedo explicar en primera persona, si quiere.
- La vida no es de color de rosa, como tú la imaginas.
- La vida es una mierda, señor juez, eso es. Sólo trato de buscar la felicidad antes de que acabe.
- Tienes muchos pájaros en la cabeza, Nacho.
- No pienso lo mismo. Y en todo caso, los pájaros no pueden estar enjaulados. Están diseñados genéticamente para volar. Por eso las alas.
- Este tribunal aconseja que sea valorado por un especialista médico para evaluar sus capacidades.
- Gracias señoría, lo tendré en cuenta.
- Se le condena al destierro y al ostracismo de por vida. No quiero volver a verte por aquí Nacho.
- ¿Algo más, señoría?
- Nada más, se levanta la sesión. Puedes marchar. Debes.

Mazazo y aparte.

Enseguida se hizo con un techo y un colchón. Y una nueva vida.

Y pasaron los meses.
Y pasaron los años.
Y ya hace mucho que no sé nada de él.

Supongo que sigue cumpliendo su condena. Desterrado pero buscando la felicidad, como él quería. Hay puertas que se cierran para siempre, y otras que una vez que se abren son difíciles de cerrar.

El puto Nacho... (sonrío al escribirlo)

lunes, 5 de marzo de 2012

Pablo

- Mamá, ¿ahí se acaba todo?
- ¿Ahí donde, Pablo?
- Ahí, mira, donde se acaba el agua, ¿no ves que empieza el cielo?
- No cariño, eso es el horizonte, y si tuviéramos un barco, te llevaría hasta allí, y verías que hay otro detrás.
- Yo cuando sea mayor tendré un barco y iremos a verlo, ¿a que sí?
- Claro cariño.
- ¿Y entonces si nunca se acaba el mar, que pasa?
- El mar se convierte en océanos, que son como mares muuuy grandes, y también se acaban. Detrás de cada océano hay otra playa, como esta. Y a lo mejor en esa playa, ahora mismo, también hay un nene preguntón como tú, volviendo loca a su madre.

Sara se tiró encima de su hijo y empezó a hacerle cosquillas, Pablo se retorcía entre risas y trataba de escabullirse.

Pasaron la tarde, comieron helado, jugaron con la pelota, y vieron atardecer.

Llegaron a casa y Sara recordó el viejo atlas de su padre, lo guardaba como una joya, en un altillo del armario, era inmenso, con unas láminas de papel duro y brillante.

- Mira lo que tengo para ti. Quiero que lo cuides muy bien, es muy antiguo.
- Pero es un libro muy grande, es de mayores.
- No es para leerlo, es para verlo. Mira.

Se tendieron en la alfombra del salón y lo abrieron. Pablo se colocó las gafas con el dedo corazón, siempre las llevaba a punto de caerse.

- ¿Ves? Estos dibujos marrones y verdes son tierra. Es donde vivimos las personas. Lo azul es agua, mares y océanos. Mira, nosotros estamos aquí.
- ¿Pero ves como se acaba? Me has engañado.
- Nooo...

Cogió la lámina más grande, la doblo con cuidado, juntando sus extremos, hasta formar un cilindro.

- Es así. Los dos extremos están unidos, lo mismo que esto, que es el norte, y esto que es el sur. La tierra tiene forma redonda, es como tu pelota. Por eso nunca acaba, siempre se puede seguir hacia adelante.
- Pero entonces siempre volvería a casa, vaya tontería.
- Claro, pero ¿te acuerdas del horizonte, esa raya que separaba el mar y el cielo?
- Sí.
- Pues hace mucho tiempo, la gente pensaba lo mismo que tú. Y entonces inventaron los barcos. Y así se dieron cuenta de que estaban equivocados. Gracias a eso ahora tú ya lo sabes.
- Pero yo voy a tener un barco igual, ¿a que sí?
- Sí mi vida, lo tendrás.

Y se le escapó una sonrisa. Le asustaba que fuera tan inteligente y a la vez tan inocente.

Cenaron, se bañaron, y se acostaron.

Pero Pablo, en la cama, no podía quitarse de la cabeza la idea de que al final de cada océano hay una playa, y al final de esa playa otra playa, y al final otro océano. Y otra playa...

Y así se quedó profundamente dormido.

jueves, 1 de marzo de 2012

Dolor

Dolor bueno, necesario.
No dolor placer, para gustos paladares y pieles.
Dolor dolor.
Dolor anticipo.
Dolor aquiestoyyo.

Dolor en la camilla cuando alinean tus vertebras que luego te mantienen en pie.
Dolor en las yemas de los dedos, que luego pulsan las cuerdas de una guitarra, que se convierten en poemas.
Dolor en los brazos piernas, que se convierte en medalla.
Dolor por causar dolor en honor a la honestidad.
Dolor del alma cuando algo se rompe por dentro, que luego se vuelve experiencia y recuerdo.

Minutos/Horas.
Días/semanas.
Meses/años.
Qué.

La indolencia es la muerte del dolor,
y sin dolor no hay placer.