domingo, 22 de julio de 2012

Verano

El verano es un gran recreo. Es una reminiscencia del colegio, del que algunos nunca saldrán en toda su vida. Ya desde pequeñitos nos marcan los ciclos vitales, y tenemos grabado a fuego en el subconsciente que de junio a septiembre toca descansar. Que de octubre a mayo ya nos cansamos demasiado.

Nada más lejos de la realidad, otra ilusión El Corte Inglés style como las navidades o un aniversario de boda.

El verano es una mierda hombre. Se hacen las cosas de manera forzada. Como -otra vez- en navidades, que hay que fingir cosas constantemente, pero durante más tiempo. Hay que fingir que nos gusta meternos en un atasco con el coche hasta arriba -que no falte nada- o que nos encanta hacer tres escalas en continentes diferentes acumulando horas de vuelos retrasados para estar una semana en una playa a tomar por culo bebiendo caipirinhas ¿gratis? con una pulsera de plástico.

No cuela.

Los que tienen familia, se ven obligados a hacer malabarismos para encajar a la abuela, intentar encalomar al niño unos días con los tíos para tener un poco de intimidad, cuadrar el círculo de las vacaciones suyas con las de su pareja. Una odisea. Objetivo: Comerse una paella de plastilina a 60 euros al lado del mar en un chiringuito lleno de moscas. Como mola el verano que sirve que nos timen como a guiris pero siendo nosotros de albacete capital o de un pueblo de albacete.

Los solteros ponen todas sus esperanzas en follar con un/a desconocido/a a ser posible extranjero/a que mola más cuando lo cuentas al volver, o en el peor de los casos ser Danny Zucco o Sandy Dee y tener un summer loving TO GUAPO y que recordar toda su vida. Resultado: Hacer el ridículo y no ver más tetas que las que están expuestas en la playa en topless. Se mira pero no se toca. Ay, esas pajas recordando las tetas que viste esa tarde en la playa, eh? bartolo?

Los que se quedan en casa por falta de vacaciones o dinero, tienen que soportar mosquitos, calor por las noches, piscinas públicas llenas, y a sus vecinos haciendo barbacoas en el balcón de 10 metros cuadrados hasta las cuatro de la mañana. Camisas con olor a morcilla, y ese pablo alborán o ese pitbull amenizando la velada. No me digáis que no mola. A full.

Por no hablar de la estética que se impone. Ese Manolo que en invierno luce traje y corbata para ir al banco "buenos días, don manolo", y el agosto no se quita las chanclas -a veces ni los calcetines- y la camiseta de tirantes acentuando barriga y tetas caídas, más bermudas y riñonera manoloquepintasmegastas callamujersiesveranoasivoymasfresco.

Que no, que el verano no me convence. Que las vacaciones son demasiado artificiales, nos creemos que sirve para salirse de las normas y lo que hacemos es seguir otras normas. Incluso más y más incómodas que las normas de invierno. Un rollo.

Y ahora os dejo, que me voy a la playa a ver tetas -tetazas, tetones, tetas, teticas- y a ver si con un poco de suerte me follo a una sueca.









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