domingo, 22 de julio de 2012

Verano

El verano es un gran recreo. Es una reminiscencia del colegio, del que algunos nunca saldrán en toda su vida. Ya desde pequeñitos nos marcan los ciclos vitales, y tenemos grabado a fuego en el subconsciente que de junio a septiembre toca descansar. Que de octubre a mayo ya nos cansamos demasiado.

Nada más lejos de la realidad, otra ilusión El Corte Inglés style como las navidades o un aniversario de boda.

El verano es una mierda hombre. Se hacen las cosas de manera forzada. Como -otra vez- en navidades, que hay que fingir cosas constantemente, pero durante más tiempo. Hay que fingir que nos gusta meternos en un atasco con el coche hasta arriba -que no falte nada- o que nos encanta hacer tres escalas en continentes diferentes acumulando horas de vuelos retrasados para estar una semana en una playa a tomar por culo bebiendo caipirinhas ¿gratis? con una pulsera de plástico.

No cuela.

Los que tienen familia, se ven obligados a hacer malabarismos para encajar a la abuela, intentar encalomar al niño unos días con los tíos para tener un poco de intimidad, cuadrar el círculo de las vacaciones suyas con las de su pareja. Una odisea. Objetivo: Comerse una paella de plastilina a 60 euros al lado del mar en un chiringuito lleno de moscas. Como mola el verano que sirve que nos timen como a guiris pero siendo nosotros de albacete capital o de un pueblo de albacete.

Los solteros ponen todas sus esperanzas en follar con un/a desconocido/a a ser posible extranjero/a que mola más cuando lo cuentas al volver, o en el peor de los casos ser Danny Zucco o Sandy Dee y tener un summer loving TO GUAPO y que recordar toda su vida. Resultado: Hacer el ridículo y no ver más tetas que las que están expuestas en la playa en topless. Se mira pero no se toca. Ay, esas pajas recordando las tetas que viste esa tarde en la playa, eh? bartolo?

Los que se quedan en casa por falta de vacaciones o dinero, tienen que soportar mosquitos, calor por las noches, piscinas públicas llenas, y a sus vecinos haciendo barbacoas en el balcón de 10 metros cuadrados hasta las cuatro de la mañana. Camisas con olor a morcilla, y ese pablo alborán o ese pitbull amenizando la velada. No me digáis que no mola. A full.

Por no hablar de la estética que se impone. Ese Manolo que en invierno luce traje y corbata para ir al banco "buenos días, don manolo", y el agosto no se quita las chanclas -a veces ni los calcetines- y la camiseta de tirantes acentuando barriga y tetas caídas, más bermudas y riñonera manoloquepintasmegastas callamujersiesveranoasivoymasfresco.

Que no, que el verano no me convence. Que las vacaciones son demasiado artificiales, nos creemos que sirve para salirse de las normas y lo que hacemos es seguir otras normas. Incluso más y más incómodas que las normas de invierno. Un rollo.

Y ahora os dejo, que me voy a la playa a ver tetas -tetazas, tetones, tetas, teticas- y a ver si con un poco de suerte me follo a una sueca.









martes, 10 de julio de 2012

Procrastinar

Vamos a ver que dice la RAE sobre esta palabra tan rara:

(Del lat. procrastinare).
1. tr. Diferir, aplazar.

Lo que de toda la vida se conoce “no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana”. No hay más acepciones.

Este término va en matrimonio irrompible con la palabra pereza. Que cómo pecado capital merecería post aparte y no voy a destripar en éste.

La condición única para poder procrastinar algo es que ese algo sea obligatorio. El buen procrastinador siempre tendrá OTRAS COSAS que hacer irrelevantes, como mirar el vuelo de una mosca o ver cómo le crecen las uñas, antes de ponerse con sus obligaciones. Pero si por ejemplo su trabajo consiste en mirar moscas o ver crecer uñas, seguramente preferirá antes ver un partido del Granada F.C. o limarle los callos a su abuela. Lo que sea antes que hacer lo que hay que hacer.

Varios experimentos han intentado dar con la clave para superar el poder de la procrastinación pero se han ido al traste, en su mayoría porque los sujetos de estudio nunca aparecieron o incluso en un caso en 1972 porque el mismo investigador lo dejo “para más adelante” porque aún tenía tiempo.

Dos métodos caseros para luchar contra la procrastinación:

- Las nuevas tecnologías. Lista de tareas en el móvil, alarmas, etc. Yo mismo me bajaré un día de estos una aplicación para organizar tareas que dicen que funciona muy bien. Ya os contaré que tal.

- Utilizar a un tercero para que nos arengue y nos obligue a dar el paso. Es imprescindible en este método utilizar la frase “si te digo que no, no me dejes, oblígame y no pares hasta que lo haga”. Los resultados de este método suelen ser perder amigos, básicamente.

Grandes procrastinadores a lo largo de la historia:

- Felipe, el amigo de Mafalda. Es sabido que el 99% de los lectores de esta tira cómica se identificaban con el del flequillo. En mi caso el 100% del lector.

- Michael Merrywheather III (1958-1996): Descubrió por casualidad un medicamento contra el cáncer, pero en el último momento le llamaron para echarse unas cañas y al volver se le había olvidado una fórmula. Lo fue dejando, lo fue dejando, hasta que murió de cáncer.

- Jose Luis Rodriguez Zapatero: Presidente de España de 2004 a 2011. A finales de 2007 se empezó a hablar en todo el mundo de la crisis económica mundial que iba a acabar con todo el bienestar conocido en los países ricos. Perdió las elecciones cuatro años después por el “ya lo haré”, “hay tiempo”, “tampoco es para tanto”. Famosos son sus post-it en la nevera con las frases “sacar a España de la crisis pero con talante” “hablar con algún experto en economía a ver que me aconseja”.

Hay más pero ya seguiré otro día ya si eso.

Crisis

¿Crisis?... ¿Qué crisis?

domingo, 8 de julio de 2012

El bosón de Higgs

Primero la tierra era plana, después esférica y el centro del universo, después no tan esférica ni tan centro. Un saludo para Aristóteles si me está leyendo. Más tarde hubo órbitas y galaxias, después todo era relativo, y ahora tenemos hasta antimateria y agujeros negros.

Un agujero negro no es sino un montón de materia amontonada muy a lo bestia. Como cuando en lugar de poner dos lavadoras pones una sola y casi no puedes cerrar la puerta, pero cambiando la ropa por miles de soles (dentro de la misma lavadora). Está explicado muy por encima pero tampoco os veo preparados para más, la verdad. ¿Es Falete entonces un agujero negro? La respuesta, lo siento, pero es “NO”. Tiene uno, pero él en sí mismo no lo es.

Total, que tan concentrada está la materia que su masa es brutal. Su masa o como se le conoce en los barrios del centro, “su peso”. La masa genera atracción, o gravedad. Es curioso que estas dos palabras sirvan para el mismo concepto. A más masa, más gravedad. La masa de la tierra hace que no flotemos y que midamos de media 1.70, por ejemplo. La masa de un agujero negro es tan grande que hasta la luz se queda pegada ahí. Es decir, aunque cueste creerlo, la luz pesa. Cágate lorito.

Esa precisamente es la razón por la que no podemos ver los agujeros negros. Se pueden intuir, pero no son visibles. Para verlos la luz debería rebotar en ellos, no quedarse a vivir para siempre cómo un cuñado gorrón. Más o menos lo mismo que pasa con el dinero negro. Sabes que está, y lo intuyes, pero no lo ves. Es lo que tiene el negro, que combina con todo.
¿Quién inventó los agujeros negros? Pues Stephen Hawking, ahí dónde lo ves. Mucha gente se ríe de él por su estado, pero el pulsa CTRL+ALT+H y el altavoz dice “sí sí, pero yo inventé los agujeros negros”. Un crack.

¿Y el bosón de higgs? Ni idea, lo he leído tres veces en la Wikipedia y sigo sin entender una palabra.











Nota: Para la realización de este artículo no se ha consultado material didáctico en ningún momento y carece de rigor científico. No usar como texto educativo, repito: NO USAR COMO TEXTO EDUCATIVO.

sábado, 30 de junio de 2012

Cama 30

No se puede puede pretender ser más listo que el diablo.

Recibió una vez más la llamada de aquel número de diez dígitos o más. Eran más de las diez de la noche y eso lo asustó más que las dos veces anteriores, así que decidió cogerlo mientras se persignaba mentalmente y los pulmones se le hinchaban adivinando el suspiro.

"Está en coma, y el pronóstico es grave", dijo la voz del otro lado, metiendo entre líneas un reproche oculto, pero más perceptible para Eduardo que el mensaje principal.

Tardo cuatro días en entrar a la UCI a verla. No se atrevía. No quería enfrentarse al hecho de que de verdad la quería, a pesar de que sabía que él era lo único que tenía en la vida y de que nadie merece morir sólo.

Ahí estaba, en la cama 30.

Seguía en coma, pero él le cogió la mano, la beso en la frente y notó como el monitor de constantes aceleraba las pulsaciones. Pero nada. No movió ni un párpado, ni un milímetro. Tenía media cabeza rapada y el cuerpo lleno de moratones y una cicatriz de puntos infinitos desde la oreja izquierda hasta la frente, dibujando un gran interrogante. Se derrumbó mientras las enfermeras miraban de reojo intentando esquivar la escena.

Tardó más de cuatro días repitiendo la visita a la hora estipulada, en conseguir salir de allí sin llorar y muerto por dentro. Esperando después en aquella sala de espera llena de dolor cómo un médico distinto cada día le contaba las no novedades.

Consiguió salir del coma y eso fue más duro. Con el único ojo abierto intentaba seguir a Eduardo con la mirada y hablarle. "¿Qué he hecho? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí", le decía. Pero Eduardo no se atrevía a decirle la verdad. Sólo que la quería mucho y que iba a ponerse bien.

Pasaron más días en la UCI, con avances y retrocesos, hasta que un día le dieron el alta y la pasaron a la planta. A una planta que ni siquiera era la suya. A la última habitación-almacén del pasillo y drogada de morfina para que tuviera una muerte tranquila.

Pero él no se separó ni un momento de ella, cada minuto libre que tenía lo pasaba a su lado. Le cogía la mano, le hablaba del tiempo y de las noticias, le ponía música, le leía libros.

Ahora anda, habla por los codos, lee sus propios libros e incluso fuma, como un carretero, cómo siempre ha fumado. Lleva pañales, no recuerda sus últimos años, no sabe llegar hasta su habitación en la residencia y se pierde por los pasillos.

A Eduardo le cuenta que no quiere estar ahí, que acabará loca y que sólo quiere estar con él. Cree que está en otro hospital, que es algo transitorio y que ya está bien para estar sola, sin atenciones. Y Eduardo no sabe si algún día será así, pero sabe que cuando él no mira, es la que anima al resto de los residentes, la que siempre está haciendo bromas, la que se gana la confianza de las auxiliares y enfermeras con su alegría.

A pesar de que sigue pretendiendo ser más lista que el diablo, y así será hasta que, un día de verdad, muera, y el cielo gane otra alma.




(A Isabel)



sábado, 16 de junio de 2012

#nocabeenuntweet

Ya ha visto la luz #nocabeenuntweet, el proyecto de @jdmalpartida.
Recopila artículos, historias, etc. de varios tuiteros.

Se puede descargar aquí y aquí está el blog para dejar comentarios, etc.

Un trocito de mi modesta aportación (si quieres leerlo entero, bájalo. Gandul)

"¿Cómo acabé en un colegio de monjas? Era muy pequeño y
no lo recuerdo bien. Supongo que pasaría por allí y entré a informarme y me gustó la directora y me quedé. La directora era
monja, claro, pero oye, qué tetas. Las monjas y las tetas son
totalmente compatibles, esto lo aprendí desde bien pequeñito."

Jajejijoju.



lunes, 11 de junio de 2012

La culpa.

Esta mañana he tenido una discusión con alguien a cuenta de la crisis, el rescate, bla bla bla...

Recordándolo me he puesto a tuitear arengas sin ton ni son, pero creo que el tema merece entrar en mayor detalle. Tampoco mucho que mira que horas y sin cenar. Nos quieren vender la idea de que en la crisis todos tenemos nuestra parte de culpa. Y yo por ahí no paso.

Mi argumento es sencillo ¿Qué culpa tengo yo de el país esté en quiebra, si sólo he utilizado los instrumentos que he tenido a mi alcance para cubrir mis NECESIDADES (recalco esto)?

Por una parte, en épocas de bonanza económica, nos animan a consumir. Consumir es bueno, las fábricas producen más, las ventas aumentan, la gente puede ganar mejores salarios y todo se revierte en el ciclo. Un círculo vicioso. Más gano, más gasto, más ricos todos y más guapos. Se folla más, etc. Bueno, esto último igual no. Pero es mi post y me invento lo que quiero.

"Consume, es bueno". Es el momento de cambiar de coche y mudarte a una casa más grande. O incluso de tener más de una. Mientras, las empresas y los bancos (sobretodo los bancos) cuyo único objetivo es ganar dinero, por definición (cosa que no juzgo, simplemente manifiesto), están hinchando las arcas.

¿Entonces cómo hemos llegado hasta aquí? Pues según los expertos, sobreendeudándonos. O "viviendo por encima de nuestras posibilidades". Como dijo José Luis Sampedro, eso es imposible. Si te endeudas, es porque puedes. Porque hay alguien ganando (MUCHO) dinero gracias a eso, y porque hay unas leyes que lo permiten.

Hay dos casos principales, suponiendo que seas un ciudadano:

a) Aprovecho el pelotazo e invierto en pisos: Si bien es algo legítimo, debes saber que invertir es arriesgar, y que arriesgando, unas veces se gana, y otras se pierde. Y me atrevería a decir que la mayoría de las veces se pierde. Dicho de otra forma, para que uno gane otro debe perder (apuestas, bolsa, etc.)

b) Decido planificar bien mi economía, hago cuentas, y prefiero mantener lo que tengo y no arriesgar, porque ya tengo cubiertas mis necesidades básicas.

Para las empresas es prácticamente lo mismo, salvo que su misión es arriesgar, principalmente porque no tienen necesidades humanas (no tienen que comer o dormir bajo techo). Y las que no lo hacen se quedan atrás. Innovar o morir. Pero nosotros no somos empresas. Nuestro objetivo no debe ser (que tristemente sí que lo es) ganar cuanto más dinero mejor, y aquí podría entrar en debates filosóficos interminables. Sólo diré que mis necesidades básicas son comida, techo, salud y afecto.

Si tengo ocio además, mejor que mejor. Resumiendo: la cosa va muy bien, nos venden créditos cada día para que sigamos consumiendo, los bancos ganan mucho dinero y todos felices. Pero de repente, nos damos cuenta de que los bancos han arriesgado demasiado, y (ahora entra el título del post), nos quieren hacer creer, QUE ES CULPA DE TODOS y que nos guste o no, TODOS lo vamos a pagar. Tanto el caso a) cómo el caso b).

Oigan, señores políticos, yo no tengo la culpa de nada. Yo compré un piso porque el boom (a beneficio de bancos y constructores) hizo que la hipoteca me saliera más barata que el alquiler y casi no llegaba a fin de mes.

Oigan, señores políticos, que me compré un coche (a beneficio de bancos y empresas del motor) porque lo necesitaba para ir a trabajar a 20 kilómetros de mi casa y sin transporte público que llegue hasta él.

Oigan, señores políticos, que ahora me toca pagar cómo a todos el agujero que los bancos han creado (invirtiendo, apostando) en sus cuentas, aún sabiendo que algún día esto iba a romper por alguna parte.

Oigan, señores políticos, que da igual lo que yo vote porque ningún partido mayoritario va a restringir a la banca sus beneficios y márgenes (con o sin rescate, ya lo veremos).

Los cambios más importantes en la historia de la humanidad han sido marcados por cambios en la forma de pensar de la gente. Unas veces gracias a la ciencia (abandono del geocentrismo), otra veces gracias al pensamiento (la ilustración).

Quizás es el momento de abandonar la idea de culpa que tanto daño sigue haciendo. La culpa no es sino un invento del cristianismo para someter al pueblo. Pero ya han pasado mucho siglos y creo que ya es momento de pararnos a pensar. La culpa es individual, nunca colectiva. Y hay que analizarla hacia dentro, en la propia conciencia. Y repararla cuando sea posible o enmendarla para siempre. No debe ser algo que se pueda usar para sanear cuentas de los grandes apostadores de dinero.

Para cualquier debate (cualquiera, haced la prueba) en el que se sugiera que las personas son las culpables (se me ocurren ecologismo y piratería, por ejemplo, pero habrá miles de casos) las preguntas a hacerse son ¿Quién gana dinero porque yo supuestamente esté haciendo algo mal? y ¿Quién está permitiéndolo y porqué?

Así que vayamos cambiando el chip. No debemos aceptar ser culpables de nada si no lo somos.

Si acaso víctimas.

martes, 27 de marzo de 2012

Pájaros en la cabeza

Nacho no era feliz. Pero lo parecía.

Un día hizo recuento de las miserias esparcidas por los cajones, armarios, entre páginas de libros, etc. y descubrió que sólo guardaba momentos felices. Que los tristes no tenían forma ni color ni olor. Que solo estaban en su cabeza. Y que de haberlos materializado necesitaría un almacén industrial. Menos mal.

También se dio cuenta que todos formaban parte del pasado. Que el presente era tranquilo como las aguas de un estanque. Un estanque.

Pero ¿y feliz?

Pero lo parecía. Estanque.

Metió en una maleta las miserias (le fue fácil, ya las tenía inventariadas y ordenadas), y se marchó.

Sabía que dejaba gente atrás, y que estaba clavando puñales mortales. Y aún así.

Al día siguiente recibió una llamada.

Había sido citado a juicio por asesinar a puñaladas a otra persona. Lo sabía, tarde o temprano tenía que llegar la llamada. Nunca juzgaba y no le gustaba que lo juzgaran, pero era consciente de que apuñalar es lo suficientemente grave como para asumir su parte de culpa.

Pasaron los días y se presentó ante el juez.

- No entiendo porqué, Nacho.
- No era feliz.
- No lo parecía.
- Tampoco era infeliz.
- Has matado, ¿eres consciente?
- Sí, soy y fui consciente. Pero tenía que elegir entre vivir mi vida o la de otra persona. No me quedó otra opción. Siento el dolor causado. También creo en la reencarnación. Se lo puedo explicar en primera persona, si quiere.
- La vida no es de color de rosa, como tú la imaginas.
- La vida es una mierda, señor juez, eso es. Sólo trato de buscar la felicidad antes de que acabe.
- Tienes muchos pájaros en la cabeza, Nacho.
- No pienso lo mismo. Y en todo caso, los pájaros no pueden estar enjaulados. Están diseñados genéticamente para volar. Por eso las alas.
- Este tribunal aconseja que sea valorado por un especialista médico para evaluar sus capacidades.
- Gracias señoría, lo tendré en cuenta.
- Se le condena al destierro y al ostracismo de por vida. No quiero volver a verte por aquí Nacho.
- ¿Algo más, señoría?
- Nada más, se levanta la sesión. Puedes marchar. Debes.

Mazazo y aparte.

Enseguida se hizo con un techo y un colchón. Y una nueva vida.

Y pasaron los meses.
Y pasaron los años.
Y ya hace mucho que no sé nada de él.

Supongo que sigue cumpliendo su condena. Desterrado pero buscando la felicidad, como él quería. Hay puertas que se cierran para siempre, y otras que una vez que se abren son difíciles de cerrar.

El puto Nacho... (sonrío al escribirlo)

lunes, 5 de marzo de 2012

Pablo

- Mamá, ¿ahí se acaba todo?
- ¿Ahí donde, Pablo?
- Ahí, mira, donde se acaba el agua, ¿no ves que empieza el cielo?
- No cariño, eso es el horizonte, y si tuviéramos un barco, te llevaría hasta allí, y verías que hay otro detrás.
- Yo cuando sea mayor tendré un barco y iremos a verlo, ¿a que sí?
- Claro cariño.
- ¿Y entonces si nunca se acaba el mar, que pasa?
- El mar se convierte en océanos, que son como mares muuuy grandes, y también se acaban. Detrás de cada océano hay otra playa, como esta. Y a lo mejor en esa playa, ahora mismo, también hay un nene preguntón como tú, volviendo loca a su madre.

Sara se tiró encima de su hijo y empezó a hacerle cosquillas, Pablo se retorcía entre risas y trataba de escabullirse.

Pasaron la tarde, comieron helado, jugaron con la pelota, y vieron atardecer.

Llegaron a casa y Sara recordó el viejo atlas de su padre, lo guardaba como una joya, en un altillo del armario, era inmenso, con unas láminas de papel duro y brillante.

- Mira lo que tengo para ti. Quiero que lo cuides muy bien, es muy antiguo.
- Pero es un libro muy grande, es de mayores.
- No es para leerlo, es para verlo. Mira.

Se tendieron en la alfombra del salón y lo abrieron. Pablo se colocó las gafas con el dedo corazón, siempre las llevaba a punto de caerse.

- ¿Ves? Estos dibujos marrones y verdes son tierra. Es donde vivimos las personas. Lo azul es agua, mares y océanos. Mira, nosotros estamos aquí.
- ¿Pero ves como se acaba? Me has engañado.
- Nooo...

Cogió la lámina más grande, la doblo con cuidado, juntando sus extremos, hasta formar un cilindro.

- Es así. Los dos extremos están unidos, lo mismo que esto, que es el norte, y esto que es el sur. La tierra tiene forma redonda, es como tu pelota. Por eso nunca acaba, siempre se puede seguir hacia adelante.
- Pero entonces siempre volvería a casa, vaya tontería.
- Claro, pero ¿te acuerdas del horizonte, esa raya que separaba el mar y el cielo?
- Sí.
- Pues hace mucho tiempo, la gente pensaba lo mismo que tú. Y entonces inventaron los barcos. Y así se dieron cuenta de que estaban equivocados. Gracias a eso ahora tú ya lo sabes.
- Pero yo voy a tener un barco igual, ¿a que sí?
- Sí mi vida, lo tendrás.

Y se le escapó una sonrisa. Le asustaba que fuera tan inteligente y a la vez tan inocente.

Cenaron, se bañaron, y se acostaron.

Pero Pablo, en la cama, no podía quitarse de la cabeza la idea de que al final de cada océano hay una playa, y al final de esa playa otra playa, y al final otro océano. Y otra playa...

Y así se quedó profundamente dormido.

jueves, 1 de marzo de 2012

Dolor

Dolor bueno, necesario.
No dolor placer, para gustos paladares y pieles.
Dolor dolor.
Dolor anticipo.
Dolor aquiestoyyo.

Dolor en la camilla cuando alinean tus vertebras que luego te mantienen en pie.
Dolor en las yemas de los dedos, que luego pulsan las cuerdas de una guitarra, que se convierten en poemas.
Dolor en los brazos piernas, que se convierte en medalla.
Dolor por causar dolor en honor a la honestidad.
Dolor del alma cuando algo se rompe por dentro, que luego se vuelve experiencia y recuerdo.

Minutos/Horas.
Días/semanas.
Meses/años.
Qué.

La indolencia es la muerte del dolor,
y sin dolor no hay placer.

viernes, 24 de febrero de 2012

La.

Sangre que es huellas que serán.
Huellas que son contención que no será.
Contención que es intensidad que.
Intensidad.

Lenguaje nuevo que es jugar.
Latidos nuevos.

Horizonte infinito que es mañana.
Mañana que es qué.
Que es labios piel saliva.
Que son días que son vidas.

Poesía me preguntas.

viernes, 6 de enero de 2012

La máquina.

Los días soleados subía a la terraza a fumar.

Le gustaba mirar desde su azotea los tejados. Le gustaba imaginar qué historias habría debajo de cada teja, detrás de cada ventana. Le gustaba también pensar que estaba siendo observado, desde otras terrazas, desde otras ventanas.

Era su grito al mundo, "Eh, estoy aquí".

Ese día estaba soleado, se había levantado tarde y no tenía muchas ganas de hacer nada, así que ahí estaba, con una taza de café y fumando en la terraza. Disfrutando de un sol de invierno.

Terminó su cigarro y tiró la colilla. Vio un papel doblado en el suelo. Estaba limpio, bien doblado, como recién puesto ahí. Lo cogió y leyó. No sabía que ese papel, que ese cigarro, en ese domingo, iba a cambiar su vida para siempre.

"Tengo lo que necesitas", y una dirección apuntada.

"Tengo lo que necesitas" se repetía una y otra vez en su cabeza. ¿Qué clase de broma era esa? No estaba dispuesto a comprobarlo, desde luego. Guardó el papel en el bolsillo del pijama y entró en casa.

Pero la frase no paraba de sonar en su cabeza, y a las horas de estar tumbado en el sofá, y de darle vueltas a la cabeza, decidió que sí, que quería saber qué o quién estaba detrás de ese papel.

Tras una ducha, salió de casa camino de la dirección apuntada, y tras diez minutos caminando, llegó hasta el lugar.

Era un local. La puerta era una reja vieja y oxidada que no dejaba ver nada del interior. No había timbre. Se estaba poniendo nervioso.

Golpeó la reja con fuerza y esperó.

Nada.

Golpeó de nuevo, esta vez más fuerte "Eh, ¿hay alguien? Tengo una nota que...", y sin tiempo a terminar la frase, la reja comenzó a subir sola, se oía el ruido del motor que la movía.

El local no era muy grande. Estaba (mal) iluminado por una vieja bombilla de sesenta vatios, y casi vacío. Nada en las paredes, ni puertas. Casi vacío porque en el centro había una especie de cabina. Era como una de esas cabinas con servicios públicos que hay por la calle. Esas que nunca nadie ha usado ni usará.

De repente la puerta comenzó a cerrarse y sin tiempo para reaccionar, se quedó allí, encerrado, con "La máquina".

Se acercó hasta ella asustado, todo era muy extraño. Estaba convencido de que era un sueño y que tarde o temprano despertaría.

Entró en la maquina y encontró otra nota.

"Hola Javier, estás en una máquina que te permite moverte por el tiempo y el espacio. Es muy sencillo. Tienes un teclado y una pantalla, sólo hay dos variables, fecha y lugar. Sólo hay una regla. Vayas donde y cuando vayas, no podrás regresar ni volver a usar la máquina nunca más. Sólo un viaje, en un sentido. Puedes elegir pasado, presente o futuro. Si decides no usar la máquina, sólo tienes que golpear la puerta y se volverá a abrir a la calle, pero no podrás volver a entrar".

...

Se sentó en un taburete que había frente a la consola, mareado. No tenía sentido. ¿Quien había puesto eso ahí? ¿Desde cuando existía esa tecnología? ¿Era una broma? ¿Porqué conocía(n) su nombre?... ¿QUIERO USAR LA MÁQUINA?

Estuvo como media hora con la cabeza entre sus manos, recuperando la cordura, buscando un sentido. Pensando si quería participar, y si era así, donde y cuando iba a viajar.

Ya lo tenía claro. La vida era demasiado corta como para desperdiciar experiencias.

Pero tenía serías dudas. Miedo.

"¿Y sí está con otra persona? ¿Y si se asusta y no quiere saber nada de mí? ¿Y si mi viaje es en vano y me quedo atrapado allí (entonces) para siempre? ¿Y sí no la encuentro, como saber dónde estará?".

Introdujo las variables. "9 de diciembre de 2021, Barcelona". Pulsó ACEPTAR.

Nada.

Ni un ruido, ni un flash, ni nada que indicara que la máquina había funcionado. Pulso ACEPTAR varias veces seguidas hasta que salió un mensaje parpadeante en la pantalla; "Coge la nota que hay debajo del taburete y déjala en la dirección que está escrita, espero que el viaje sea provechoso y haya merecido la pena. Gracias por confiar. Hasta siempre".

La nota era idéntica a la suya. Salvo que en lugar de su nombre, ponía otro.

Ya tenía claro que era una especie de broma. Alguien le estaba tomando el pelo, aunque no tenía ni idea ni de quién, ni el porqué. Salió de la maquina y fue hasta la reja. La golpeó, y se abrió.

Salió a la calle, y se volvió a marear.

No estaba en el mismo lugar. No era esa la misma calle por la que había entrado al local. Tampoco era un lugar reconocible, la gente iba vestida de manera extraña y los coches, locales, farolas, bancos, eran extraños. Los viandantes también lo miraban a él extrañados.

Barcelona, 2021.

No sabía que hacer, dónde ir, ni como encontrarla. Se acordó de la nota que tenía que entregar y decidió ir hasta la dirección indicada. ¿Pero cómo? Dio la vuelta a la nota, y vio un pequeño plano dibujado a bolígrafo, indicando el recorrido desde la máquina hasta la dirección. Comenzó a caminar.

Tras diez minutos llegó a la dirección, pero no encontró nada salvo un banco vacío. Era un parque. Miro hacía los lados y no vio a nadie, se sentó, otra vez mareado, y dejó la nota sobre el banco, doblada. El plano dibujado había desaparecido.

Entonces oyó su voz, detrás suyo.

"Javier... estás aquí, no puedo creerlo"

Se dio la vuelta y la vio, radiante, guapísima, temblando y con lagrimas cayendo por su cara. Tenía diez años más, ahora casi tenía su misma edad.

"¿Violeta? ¿Eres tú, te he encontrado?" y las lagrimas inundaron sus ojos. Se levantó rápidamente y se fundieron en un beso y un abrazo gigantes. Hubieran podido morir así, en ese mismo instante. Abrazados, felices.

- Pero ¿Como? ¿Porqué?
- No preguntes, mi vida, ahora estás aquí, conmigo. He estado esperándote durante mucho tiempo, diez años. Ahora veo que ha merecido la pena. Te quiero.
- Y yo a ti.

Se volvieron a fundir en un abrazo y desaparecieron de allí caminando. Juntos. Para siempre.

Al final la nota tenía razón, tenía lo que necesitaba.

...

Le gustaba salir por las mañanas al parque. Compraba el periódico en su quiosco de siempre y se acercaba al banco de siempre a leerlo. Ese día estaba soleado en Barcelona. Así que allí estaba él, sentado en su banco, periódico de 9 de Diciembre de 2021 en mano, cuando vio un papel doblado.

Lo cogió, lo abrió y vio escrito "Tengo lo que necesitas". Y una dirección apuntada.